Crank: Veneno en la sangre Chev Chelios es un asesino a sueldo que no ha cumplido un contrato banal: el día anterior, falló su objetivo. Y esa misma mañana, Chev se ha despertado con una llamada telefónica que no presagiaba nada bueno. Al otro lado del aparato, el maleante Ricky Verona le cuenta que ha sido envenenado mientras dormía y que solo le queda una hora de vida… A partir de entonces, Chelios no puede quedarse quieto, si lo hace podría morir de un instante a otro: tiene que segregar adrenalina para impedir que el veneno le provoque una parada cardiaca. En una terrible carrera contrarreloj, Chev recorre las calles de Los Ángeles, enfrentándose sin dudarlo a todo aquel que ose ponerse en su camino. Su única opción es encontrar el antídoto que le permitirá esquivar una muerte segura….

Crank: Veneno en la sangre

El tándem formado por Mark Neveldine y Brian Taylor escriben y dirigen ‘Crank: Veneno en la sangre’, lo cual resulta insólito y curioso: dos cerebros para dar forma a un guion y, después, a unas imágenes, cuando medio cerebro, incluso menos, podría haber conseguido algo, sino igual, sí francamente parecido. ‘Crank: Veneno en la sangre’ es pura y simplemente un producto ideado para su protagonista, Jason Staham, héroe de acción de los últimos años que ha dado forma a un concepto de cine de acción muy particular aunque beba directamente de aquellas películas de pura adrenalina de los ochenta.  Lo peor es que el discurso moral más o menos viene a ser el mismo casi treinta años después, algo preocupante o que como poco debería dar de pensar si no fuera porque queda claro que los responsables de la película apenas ponen demasiado interés en ello. Y si ellos no lo hacen, para qué vamos a hacerlo los demás. ‘Crank: Veneno en la sangre’ es vomitaba en todos los sentidos aunque indudablemente puede entretener.