En un pequeño pueblo, un padre debe reunir el coraje suficiente para contarle a todo el mundo una extraordinaria experiencia que ha cambiado la vida de su hijo: tras una operación en el hospital, el pequeño, de tan solo cuatro años, afirma haber estado en el cielo y haberse sentado en el regazo de Jesús. Todos creen que son imaginaciones del niño, pero este demuestra saber cosas imposibles de saber. El cielo es real

Todd Burpo, pequeño empresario, bombero voluntario, pastor y padre de familia, intenta sobrevivir económicamente en un año difícil. Luego de que su hijo Colton se somete a una cirugía de emergencia, sus padres están emocionados por el milagro de su recuperación. Pero Colton empieza a hablarles sobre su asombroso viaje de ida y vuelta al Cielo.

Tu hijito dice que ha visto el cielo tras recuperarse de una grave operación, y te da algunos detalles bastante concluyentes sobre tus seres queridos. Puede ser todo un problema si eres el pastor (metodista) de una idílica población norteamericana. Parece que vamos a ver la versión Norman Rockwell de la gélida «Los comulgantes», de Bergman, que narra la crisis de un sacerdote ante el silencio de Dios. Pero se trata justamente de lo contrario, el Jesús de esta película no para de manifestarse ante el niño y el padre empieza a creerle y a contarlo, a su vez, en sus sermones, creando la alarma entre los gestores de su iglesia quienes, como la Iglesia de Roma, desconfían de los milagros si no se comprueban a fondo? Pero esta película no ofrece una discusión teológica, su agenda queda bien explícita desde su mismo título: está hecha para consuelo de los creyentes y dispara algunos golpes bajos a quienes no lo son.